LA LEYENDA DE NARA

Cuenta una antigua leyenda que, cuando el mundo aún era joven y estaba lleno de misterios, en el cielo brillaban incontables estrellas, cada una con su propia luz. Entre todas ellas, una destacaba por su resplandor especial. Su nombre era Nara, y no era solo un punto de luz en la inmensidad, sino un símbolo de unión. Con sus cinco puntas de colores irradiaba un calor que llegaba al corazón de quienes la contemplaban.

Desde lo alto del firmamento, Nara observaba la Tierra con curiosidad. Un día, decidió descender en un rayo de luz y, en su caída, se fragmentó en pequeños trozos, cada uno portando un color que simbolizaba un vínculo eterno.

El color blanco nos recuerda el amor propio, la importancia de valorarnos y cuidarnos para poder irradiar nuestro brillo hacia los demás.

🔴 El color rojo representa el amor entre dos personas que deciden elegirse una y otra vez.

🟢 El color verde expresa la pureza del vínculo familiar, que nos une desde el primer latido y trasciende generaciones.

🔵 El color azul simboliza la amistad sincera que ilumina el alma, la risa compartida y la lealtad.

🟡 El color amarillo evoca el amor de aquellos que han partido, pero cuya luz continúa iluminando nuestro camino y permanece en el corazón.

Los fragmentos de Nara se esparcieron por todo el mundo y desde entonces, quienes llevan consigo uno de ellos, sienten ese vínculo como el aire que nos rodea: a veces una suave brisa, otras un viento imparable, pero siempre presente. Se refleja en los pequeños gestos del día a día, en miradas cómplices, en abrazos reconfortantes, en silencios llenos de comprensión, en palabras sinceras y en recuerdos que dibujan una sonrisa en el rostro.

Nara nos recuerda que el amor, en todas sus formas, se mide en la huella que deja en el corazón.